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La Revolución de Mayo y nuestros clubes

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La Revolución de Mayo y nuestros clubes.

Mariano Saravia

Periodista y especialista en Relaciones Internacionales.

Un nuevo 25 de mayo, esta vez que cae en domingo, por lo cual, probablemente pase más desapercibido que de costumbre, y eso ya es mucho decir. Y si alguna vez no pasa desapercibido, se lo conmemora equivocadamente, de una manera tergiversada, o se lo vacía de contenido. A veces se lo degrada a un simple minué en el acto escolar, a un pericón o, peor aún, a un locro. También se escuchan barbaridades, como que fue una revolución antiespañola, o, peor aún, un acto de independencia.

Nada más alejado de la realidad. Pero, para entender un poco este proceso político, es necesario profundizar. Y para profundizar, nos vamos a aprovechar del fútbol, un fenómeno social tan popular que uno se pregunta cómo es que no se lo utiliza como herramienta didáctica en nuestro sistema educativo. Vamos por partes.

Club Atlético 25 de Mayo de La Cumbre. En el pasado, “el Patriota” tuvo una fuerte rivalidad con el Club 9 de Julio de la misma ciudad, en el norte del Valle de Punilla. Sus canchas estaban a menos de 200 metros en línea recta, separadas por el Río San Jerónimo. Pero el 9 con el tiempo desapareció y solo quedó 25 de mayo, el club que rinde homenaje a ese hito dentro de un fenómeno político y social que venía desde antes de 1810 y que se extendió hacia adelante. Un hito dentro de la lucha anti absolutista que se libraba tanto en Europa como en América. Podríamos decir que el 25 de mayo es una derivación de la revolución democrática liberal de España, que, a su vez, es una ramificación de la Revolución Francesa.

La discusión ya venía desde tiempo atrás. En España había estallado con la guerra popular contra la invasión y ocupación napoleónica, y en esa resistencia, muchos americanos peleaban codo a codo con los peninsulares. Pero cuando cayó la última junta de gobierno de aquella resistencia popular, llegó la hora de que se formaran juntas en América. Y así sucedió en ese 1810, no sólo en Buenos Aires, sino también en Caracas, Bogotá y Santiago de Chile.

Club Atlético Belgrano. Fue fundado un 19 de marzo de 1905 por pibes de 14 y 15 años, en el barrio de Alberdi, ciudad de Córdoba. Y le pusieron el nombre del prócer y los colores de la bandera que creó.

Todos los años, el club me invita para dar una charla a todos los jugadores y jugadoras, desde las inferiores hasta la primera, hablando de Manuel Belgrano y potenciando el sentido de pertenencia y la identidad. El nombre de una persona hace a su identidad y lo mismo ocurre con una institución, de cualquier tipo. Que este medio de comunicación se llame “Al Toque” dice algo, dice mucho. No se llama “A la tribuna” o “Pum para arriba”. Se llama “Al Toque”, y sus periodistas hacen honor a ese nombre. De la misma manera, llamarse Belgrano encierra un montón de cosas, y conocer los por qué es importante.

Belgrano fue quizá el hombre más importante de la Revolución de Mayo, y el que estaba destinado a conducir política e ideológicamente esa revolución. Si así hubiera sido, quizá la historia de nuestro amado país sería algo distinta.

Hijo de un rico comerciante, tuvo la oportunidad de estudiar en España, algo reservado para pocos. Pasó por las universidades de Salamanca y Valladolid, y al ser el mejor promedio de su promoción, tuvo el permiso especial de leer los libros prohibidos por el Index, entre ellos, los de los revolucionarios franceses: Rousseau, Montesquieu.

Luego volvió al Río de La Plata en 1794 y se hizo cargo del Consulado de Comercio de Buenos Aires, desde donde creó las escuelas de artes y oficios, abriendo la educación a las mujeres, algo impensable para la época. Su cargo de secretario era de por vida, con un sueldo altísimo.

Sin embargo, ante la primera invasión inglesa en 1806, no lo dudó y pasó a la clandestinidad, cruzando a la Banda Oriental para organizar la reconquista. Allí se empezó a conformar en la sociedad lo que podríamos llamar una protonacionalidad.

En una España inmersa en la guerra de independencia contra los franceses, el órgano de gobierno revolucionario era la Junta Central Suprema, que se disolvió en enero de 1810. Cuando esa noticia llegó al Río de La Plata, el virrey Cisneros quiso ocultarla, mandando a destruir los periódicos que habían llegado. Pero ahí estaba Belgrano para rescatar un ejemplar y divulgar la novedad. Así se llegó a las jornadas de mayo.

Luego del cabildo abierto del 22 de mayo, quedó claro que un cambio era inevitable, y Cisneros se apresuró a formar una junta de gobierno, pero con él mismo como presidente. Ahí entró en escena nuevamente Belgrano, quien el 24 de mayo en el Cabildo lo encaró directamente y le advirtió: “Si para mañana usted no ha renunciado, yo mismo lo lanzaré por estos balcones a la plaza”. No hizo falta, Cisneros pasó a la historia y el 25 de mayo se formó la Primera Junta, de la cual Belgrano fue uno de los vocales.

Sus ideas eran demasiado revolucionarias, y por eso la junta se lo sacó de encima, enviándolo en expedición militar al Paraguay. ¿Por qué no lo querían los más conservadores? Por decir lo que pensaba y actuar en consecuencia. ¿Y qué decía? Cosas como estas:

Sobre el productivismo: “La mejor manera de exportar es primero poner a manufacturar las producciones”.

Sobre el proteccionismo: “Abrir la economía a la importación de mercancías que compiten con las del país trae tras de sí necesariamente la ruina de la nación”.

Sobre el mercado interno: “La grandeza de las naciones está dada por la grandeza de sus consumos”.

Sobre la redistribución: “Existen en el mundo dos clases de personas, los que son dueños de todo y los que solo pueden trabajar para los que son dueños de todo. El imperio de la propiedad ha hecho que las mayorías deban contentarse con los estrictamente necesario”.

Ese era el Belgrano de 1810. Luego sobrevino el Belgrano creador de la Bandera y el militar, que brilló en el Éxodo Jujeño y las batallas de Tucumán y Salta.

Foto: camiseta que usó el CAB en la Copa Sudamericana 2024. Copia la trama de la bandera con la cual Manuel Belgrano peleó en la batalla de Ayohuma, y que escondió. Fue encontrada 80 años después detrás de un cuadro en una iglesia en la localidad boliviana de Macha.

Club Deportivo Castelli. Con camiseta blanquinegra, “los catangos” juegan en la Liga Chascomunense de Fútbol. Y toman el nombre de su ciudad, en homenaje a Juan José Castelli. Primo de Belgrano, es conocido como “el orador de la Revolución”, porque sobre todo en el cabildo abierto del 22 de mayo, fue el encargado de defender la idea de formar un gobierno propio. El obispo de Buenos Aires, monseñor Lué, se paró y vociferó: “Mientras haya un español en América, los americanos le deben obediencia y es inconcebible que el colonizado se levante contra el colonizador”. A lo que Castelli le respondió, sin pelos en la lengua: “Entonces cómo justifica usted, señor obispo, que las juntas españolas se levanten contra los franceses”. Pero fue mucho más allá Castelli y profundizó en la clave del movimiento de mayo: “Si no hay rey en España, han caducado las autoridades que de él dependen, por lo cual la soberanía debe volver al pueblo, y es el pueblo el que debe votar para formar juntas de gobierno, como están haciendo en España”.

Juan José Castelli también fue vocal de la Primera Junta, y participó con Mariano Moreno de la creación de la Gaceta de Buenos Aires, un órgano de prensa al servicio de la Revolución. Allí, Castelli abogaba por otorgar a las mujeres todos los derechos civiles, incluido el de voto. Deberían pasar más de 140 años para que las mujeres pudieran votar en la Argentina, en 1952. Al igual que su primo Belgrano, para sacárselo de encima, Castelli fue enviado en misión militar, en este caso al Alto Perú (hoy Bolivia). Allí, en mayo de 1811 leyó la Proclama de Tiahuanaco, un lugar sagrado en el Altiplano, entre La Paz y el Lago Titicaca. En esa proclama declara que todos los indígenas son libres e iguales ante la ley, el fin de la servidumbre, la abolición de todas las formas de explotación y trabajo forzado que pesaban sobre los indígenas, como la mita y el yanaconazgo, y el reconocimiento de que los indígenas pueden ocupar cargos públicos según su mérito y capacidad. Un verdadero adelantado para su tiempo.

Luego del desastre de Huaqui, fue llevado a Buenos Aires y acusado de la derrota. Se lo juzgó y se encarceló injustamente. En octubre de 1812, aquejado por un cáncer de lengua, moría en una inmunda mazmorra el Orador de la Revolución. Momentos antes de su muerte, pidió lápiz y papel y escribió: “Si ves al futuro, dile que no venga”.

Foto: fue la camiseta que más busqué, y me llegó justo para esta nota, enviada cordialmente por el presidente del club, Julián Coronel.

Club Atlético Mariano Moreno es de la ciudad de Junín, y tiene como clásico rival… como no podía ser de otra manera, a Sarmiento. Es que, si bien no vivieron en la misma época, Moreno y Sarmiento están en las antípodas ideológicas y pelearon por dos proyectos de país totalmente distintos.

Moreno tuvo una actuación pública muy breve, irrumpió en la escena pública en ese mismo mes de mayo de 1810, y para marzo de 1811 ya estaba en el fondo del mar. En sólo 9 meses hizo más que lo que hace la mayoría en toda una vida.

Fue uno de los secretarios de esa Primera Junta surgida del 25 de mayo. El otro fue Juan José Paso. Pero él encabezó el ala más revolucionaria, jacobina se podría decir, en la que también se encolumnaban Belgrano y Castelli. Sólo 13 días después fundó la Gaceta de Buenos Aires, un periódico militante, al servicio de la Revolución, como ya se dijo antes.

Pero su gran contribución fue el Plan Revolucionario de Operaciones, un verdadero programa de gobierno que escribió en un mes, durante todo el mes de agosto de ese 1810. Allí, Moreno marcaba como objetivo un gobierno que redistribuyera el ingreso vía educación, salud y desarrollo económico con trabajo genuino. Allí también explicaba que, al no haber una burguesía nacional, la única manera de financiar ese tipo de gobierno era expropiando a los grandes terratenientes y dueños de las minas en el Alto Perú. Decía, textualmente: “Hay que descontentar a cinco mil para lograr la felicidad de todo un pueblo”.

Era demasiado para aquellos que querían que algo cambiara para que, en el fondo, nada cambiara. Y entonces sobrevino un proto golpe de Estado, cuando en diciembre de 1810 pasamos de la Primera Junta a la Junta Grande. Los diputados de las provincias que fueron a Buenos Aires supuestamente para discutir una constitución, en realidad formaron una junta. El Poder Legislativo asumió ilegal e ilegítimamente el Poder Ejecutivo. Todo para dejar en minoría al morenismo. A renglón seguido, para sacárselo de encima, mandaron a Mariano Moreno en misión diplomática a Inglaterra. Inmediatamente su esposa Guadalupe empezó a recibir cartas anónimas donde se le daba el pésame y se le enviaba guantes y mantillas negras, en relación a un luto que ella no entendía. En alta mar, frente a las costas del Brasil, Mariano Moreno fue envenenado y murió. Cínicamente, Cornelio Saavedra dijo: “Hacía falta tanta agua para apagar tanto fuego”.

La casaca del Mariano Moreno, la camiseta fue enviada por la presidenta del club, Carla Rodríguez.

Club Atlético French, del pueblo del mismo nombre, en el partido bonaerense de 9 de Julio. El CAF acaba de cumplir 100 años en abril pasado, con el lema: “El Club de Pueblo Más Grande del Mundo”. Humilde, pero orgulloso de sus orígenes, como lo era el propio Domingo French, protagonista de la gesta del 25 de mayo. Protagonista, pero al mismo tiempo ninguneado por la historia oficial. Según el Billiken y el Anteojito, y según los actos de la primaria, French y Beruti eran dos simples repartidores de escarapelas. Muy lejos de la realidad. Primero, porque la escarapela es de 1812, por lo que, probablemente, lo que repartieran, eran cintas blancas, o rojas y blancas, para diferenciar a los revolucionarios de los conservadores. Pero, además, porque fueron mucho más que sólo repartidores de cintas.

Ellos eran verdaderos militantes de la época, representaron el ala popular de la Revolución de Mayo, encabezaban un grupo llamado “La Legión Infernal”, o “Los Chisperos”, como les decían también despectivamente. Eran más de 600 jornaleros y orilleros que les respondían y que ellos movilizaron el 21 de mayo hasta la Plaza de la Victoria (hoy Plaza de Mayo) para exigir al virrey un cabildo abierto, que finalmente se hizo al día siguiente.

French era el cartero, el primer cartero que tuvo la ciudad de Buenos Aires y el país. Beruti, un empleado administrativo. Eran dos trabajadores en la cocina del 25 de mayo.

Camiseta modelo 2015, cuando el club cumplió 90 años.

También hay un club que toma el nombre del presidente de la Primera Junta, es el Club Social y Deportivo Saavedra en Ciudadela, al ladito de la Avenida General Paz, que divide la ciudad de Buenos Aires con la provincia de Buenos Aires.

El Club Azcuénaga Sur, en el Gran Rosario, se refiere a otro integrante de aquella junta, militar como Saavedra. Y también un Club Atlético Manuel Alberti, al norte de la provincia de Buenos Aires, en homenaje al único cura que tenía aquel primer gobierno patrio.

Por último, el Club Domingo Matheu, fundado en noviembre de 2020, en plena pandemia, en Ingeniero Maschwitz (donde también tiene su cancha Deportivo Armenio). El canto que baja de las tribunas dice: “Y dale Mingo, dale dale Mingo”.

Gráficos: Al Toque

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